sábado, 11 de noviembre de 2023

Colores

Es tu color. 
Irradias. Fluyes.
Rojo

Sonrisa, ojos francos. 
de humor, Rebozado. 
Rojo

Sírveme otra.
Ríes. Eres.
Rojo

Respiro. Cigarro.
Unas risas, 
de fondo.
Rojo


jueves, 19 de octubre de 2023

Pez

 Kovacs. 

Tú, presente y viva, mi niña. 

Te veo. 
Creces, fluyes, te expandes, inundas y asombras. 
Te veo.

Tú, sólo, mi niña

eres.

martes, 25 de septiembre de 2018

Redonda lunera

Y siempre miraba por aquella ventana. Veía como, noche tras noche, se acicalaba el pelo y se mimaba la cara. No usaba espejos porque no los necesitaba. O eso pensaba ella, la señora blanca.
En todas las doces la veía cerrar los ojos y tumbarse. Siempre imaginaba que soñaba con la oscura mancha estrellada. O quizás con esas altas y barranqueadas montañas. Seguro que, alguna vez, su mente había viajado a su cara, pensaba, a vivir en su lado claro y marcado, observando, como hacía ella, todos los puntitos luminosos y las casas. Sonriendo por cada historia, por cada experiencia. O quizás, cavilaba en su redondez, se habría imaginado apoyada en su parte no visible, disfrutando de su oscuridad, su misterio y su aventura en el secreto. Seguro miraría, anonadada, a la nada y al todo en los que se movían, tintineantes, sus lejanas vecinas, las señoritas blancas.
Alguna noche lo descubrirá, por el movimiento de sus labios o por sus dibujos divagantes. Ella, lunera, lo sabrá.

martes, 21 de junio de 2016

Y entre nota y nota

Cómodamente el sofá atrapa sus entrañas mientras que los pulmones impulsan a su ser a volar, salir por aquella ventana y alzarse alto. Los ojos cerrados observan, anonadados, el espectáculo de la urbe que se extiende bajo su ombligo. No se da cuenta de que el viento ha comenzado a entretenerse en  mezclar su cabello. Acaricia, contacto, pechos y caderas. Tintinea junto a sus dedos y acaba por morder sus labios y convertirlos en aquelarre. Esta viva. Hay música... de donde emana? Se escapa, derritiendo el espacio y sus manos mientras las notas erizan cada capilar latente en sus brazos, y electrifican sus hombros... hace tiempo que dejaron de ser suyos. La cabeza comienza a dar vueltas y es imposible detenerla. El viento insiste. Insiste ocupando el lugar de sus ganas, y ahora es como si el aire la respirase a ella.  El la empuja. La inhala y suelta, zarandeada y estira, con un "movimento di fuga". Su vista toca sus cejas. Blancos los ojos y abierta la boca gime. Explota e implosiona.
Se desvanece y el aire la arrulla. Su piel, notando la humedad de los sonidos, es atraída hacia aquella ventana, lejana, que la llama y arrulla, siendo arrastrada de nuevo a donde su cuerpo ya emerge erguido y relajado. Y, por primera vez desde la inmersión, ella abre sus ojos y deja caer las manos.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Bendita

-Esa boca me tienta - me dijo - La idea de besársela, de pasar un dedo por el perfil de los labios me asalta la mente y, a veces, me conquista de tal manera que no puedo reprimir morderme el labio para controlar mi ansia. Porque esos labios, perfilados y expresivos, pueden ser fuente de innumerables placeres. Porque aquellos dientes podrían ser capaces de marcar mi piel de muy diversas formas. Porque la lengua podría recorrer cada parte mi cuerpo haciéndolo sentir sensible y vivo. Porque el aliento...... ese aliento podría hacerme sentir sensuales cosquillas.

Se quedó pensativo, sólo durante un instante, y declaró:
- Bendita imaginación, bendita aquella boca... y bendita la tentación que me provoca.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Chipchipchip

Las oigo rompiendo contra el techo de mi habitación, deslizándose por la tejas y acariciando el cristal de mi ventana. Invitan a unirse a su canto, a danzar con ellas. Viajeras, veloces, versátiles. Capaces de, si los ojos duermen, transportar una mente cansada a la base de una cascada.
"Shhhhhh... escucha... caen miles... pero no te inquietes. Sólo saca la mano a cielo abierto y deja que resbalen por tu piel... seguro que te entran ganas de beber alguna."

lunes, 17 de junio de 2013

Paseo

Doce y cinco de la noche. Me apetece andar y andar.

La ciudad está en calma y las calles se mantienen calladas. Sólo se oyen mis pasos aderezados con el silbido del viento y el cantar de un pájaro desequilibrado. La quietud penetra en mi corazón y lo único en lo que pienso es en respirar. La soledad de mi entorno es perfecta y mi cuerpo se relaja. El aire fresco en una noche tan calurosa es la guinda y, cuando me golpea tan dulcemente en el rostro y en el cuerpo, los malos pensamientos desaparecen haciendo que respire profundamente y que busque un sitio donde sentarme y así poder, con conciencia, seguir respirando y dejar que el viento despeje mis "x".

Una y veinte de la noche. Me levanto y me dispongo a desandar lo andado hasta llegar a mi cama.