Las nubes lloraban.
No llevaba paraguas, iba andando y cada lagrima que me tocaba me hacía sentir bien. Libre.
No recuerdo saber durante cuando tiempo estuve caminando, ni si quiera recuerdo saber cuanto tiempo hacía que había comenzado a llorar el firmamento... Pero lo que sí recuerdo, con una claridad inmensa, es que cada pequeña parte que bajaba de él era un fresco toque de vida.
Y es que caminar bajo la lluvia es un lujo que escasa vez consideramos como tal :)
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