-Esa boca me tienta - me dijo - La idea de besársela, de pasar un dedo por el perfil de los labios me asalta la mente y, a veces, me conquista de tal manera que no puedo reprimir morderme el labio para controlar mi ansia. Porque esos labios, perfilados y expresivos, pueden ser fuente de innumerables placeres. Porque aquellos dientes podrían ser capaces de marcar mi piel de muy diversas formas. Porque la lengua podría recorrer cada parte mi cuerpo haciéndolo sentir sensible y vivo. Porque el aliento...... ese aliento podría hacerme sentir sensuales cosquillas.
Se quedó pensativo, sólo durante un instante, y declaró:
- Bendita imaginación, bendita aquella boca... y bendita la tentación que me provoca.
lunes, 9 de diciembre de 2013
viernes, 13 de septiembre de 2013
Chipchipchip
Las oigo rompiendo contra el techo de mi habitación, deslizándose por la tejas y acariciando el cristal de mi ventana. Invitan a unirse a su canto, a danzar con ellas. Viajeras, veloces, versátiles. Capaces de, si los ojos duermen, transportar una mente cansada a la base de una cascada.
"Shhhhhh... escucha... caen miles... pero no te inquietes. Sólo saca la mano a cielo abierto y deja que resbalen por tu piel... seguro que te entran ganas de beber alguna."
"Shhhhhh... escucha... caen miles... pero no te inquietes. Sólo saca la mano a cielo abierto y deja que resbalen por tu piel... seguro que te entran ganas de beber alguna."
lunes, 17 de junio de 2013
Paseo
Doce y cinco de la noche. Me apetece andar y andar.
La ciudad está en calma y las calles se mantienen calladas. Sólo se oyen mis pasos aderezados con el silbido del viento y el cantar de un pájaro desequilibrado. La quietud penetra en mi corazón y lo único en lo que pienso es en respirar. La soledad de mi entorno es perfecta y mi cuerpo se relaja. El aire fresco en una noche tan calurosa es la guinda y, cuando me golpea tan dulcemente en el rostro y en el cuerpo, los malos pensamientos desaparecen haciendo que respire profundamente y que busque un sitio donde sentarme y así poder, con conciencia, seguir respirando y dejar que el viento despeje mis "x".
Una y veinte de la noche. Me levanto y me dispongo a desandar lo andado hasta llegar a mi cama.
La ciudad está en calma y las calles se mantienen calladas. Sólo se oyen mis pasos aderezados con el silbido del viento y el cantar de un pájaro desequilibrado. La quietud penetra en mi corazón y lo único en lo que pienso es en respirar. La soledad de mi entorno es perfecta y mi cuerpo se relaja. El aire fresco en una noche tan calurosa es la guinda y, cuando me golpea tan dulcemente en el rostro y en el cuerpo, los malos pensamientos desaparecen haciendo que respire profundamente y que busque un sitio donde sentarme y así poder, con conciencia, seguir respirando y dejar que el viento despeje mis "x".
Una y veinte de la noche. Me levanto y me dispongo a desandar lo andado hasta llegar a mi cama.
viernes, 30 de noviembre de 2012
miércoles, 7 de noviembre de 2012
martes, 3 de abril de 2012
51
Ojos cerrados. Siento sobre mi tus dedos pasar suavemente, desde la frente, pasando por la nariz y sin tocar los labios, hasta el filo de la barbilla. Suben y bajan con una textura mejor que la de cualquier pluma. Y qué grande es abrir los párpados y encontrarme con tus abiertos ojos.
martes, 20 de marzo de 2012
Re-lectura
Todo parecía correcto. Tu respiración, el latido de tu corazón, tu sueño. Pero estabas a punto de abandonar la barrera física que compartíamos, por la que podíamos compartir.
Ahora no puedo tener esas conversaciones por las que apasionarse, con las que aprender, con las que iniciar un apoyo. Tampoco abrazar el perímetro de tu cuerpo y sentir tu calor paternal. Ya no puedo llorar a gusto sobre tu hombro cuando tengo una decepción, ni escuchar aquel consejo que siempre estabas dispuesto a darme aunque fuera yo la que errara. No puedo sentir esa fuerza arrasadora que impulsaba a las personas a odiarte o amarte. Tampoco discutir contigo ni, en consecuencia, escuchar nuestra disculpa mutua. No puedo continuar acariciándote el pelo ni permitirme el lujo de darte un consejo o invitarte a desayunar café y porras.
Ahora lo único que tengo yo son monólogos que desvarían hasta perderse en la razón o en la sensibilidad, una piedra a la que mirar donde aún no pone tu nombre ni tu foto. Tengo lágrimas que asoman cuando nadie mira, gritos que mi voluntad ahoga por el bien de los que dejaste aquí, incredulidad ante tu marcha y algo de odio hacia aquello que te llevó de mi lado y alguna sonrisa cuando me doy cuenta de que parte de ti se mantiene viva en mi.
Ahora no puedo tener esas conversaciones por las que apasionarse, con las que aprender, con las que iniciar un apoyo. Tampoco abrazar el perímetro de tu cuerpo y sentir tu calor paternal. Ya no puedo llorar a gusto sobre tu hombro cuando tengo una decepción, ni escuchar aquel consejo que siempre estabas dispuesto a darme aunque fuera yo la que errara. No puedo sentir esa fuerza arrasadora que impulsaba a las personas a odiarte o amarte. Tampoco discutir contigo ni, en consecuencia, escuchar nuestra disculpa mutua. No puedo continuar acariciándote el pelo ni permitirme el lujo de darte un consejo o invitarte a desayunar café y porras.
Ahora lo único que tengo yo son monólogos que desvarían hasta perderse en la razón o en la sensibilidad, una piedra a la que mirar donde aún no pone tu nombre ni tu foto. Tengo lágrimas que asoman cuando nadie mira, gritos que mi voluntad ahoga por el bien de los que dejaste aquí, incredulidad ante tu marcha y algo de odio hacia aquello que te llevó de mi lado y alguna sonrisa cuando me doy cuenta de que parte de ti se mantiene viva en mi.
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